¿Cúal es mejor torneo? ¿El que tiene muchos titulados o pocos? ¿Porque se reparten los premios o porque los «panchos» aprenden? ¿Porque nos gusta jugar o porque queremos sacarle rendimiento al tablero? Varios días ya de debate en el foro de AjedrezAstur y se ha leído de todo. Como escribí en ese hilo del foro no existe un torneo ideal desde el punto de vista de los participantes, porque eso dependerá de los organizadores. Al fin y al cabo son los que hacen el esfuerzo y plasmarán en su torneo su ideal.
¿Pero desde el punto de vista de los jugadores? ¿Qué prefieren jugar? Como en botica, habrá de todo. ¿Cúal es mi opinión personal como jugador normalito y de a pié de esos que para muchos son simplemente la parte financiera de los torneos, comunmente llamados «panchos»? Prefiero aquellos en que no hay que jugar contra jugadores muy débiles … (pausa para hacer crecer la polémica) … exactamente igual que prefiero que no haya que jugar contra muy fuertes jugadores (podemos llamarles «titulados»). ¿Me he unido al carro de los que pretenden malvivir del ajedrez? Por supuesto que no, sólo es un entretenimiento, y no tiene nada de entretenido jugar contra alguien que te supera abrumadoramente.
Pongámosle números (o sea, elo) que nos sirven para ilustrar la explicación tanto para rivales muy fuertes como, a la inversa, para rivales muy débiles. Como jugador en torno a 1900-1950 no encuentro nada de atractivo en tener que jugar contra un +2300 (igual que supongo que el +2300 tampoco lo encontrará en jugar conmigo). La partida es simplemente un resultado conocido desde la publicación de los emparejamientos en los que el tiempo que transcurrirá antes de firmar bajo el cero será directamente proporcional al ímpetu que el rival ponga en terminar la partida e inversamente proporcional al agradable rato que le puedan estar proporcionando las charlas en la sala de juego. La derrota será rápida y contundente o lenta pero con claro sometimiento desde la fase inicial. La diferencia de conocimientos será tan amplia que será imposible que de esa partida se pueda aprender nada provechoso, salvo prever que en futuros torneos se pueda pedir un bye en la ronda 1 (y consecuentemente en la 2, por ejemplo inverso).
Por el contrario, un torneo ideal sería aquel en que se tuviera uno de los últimos ranking (1900-1950) pero el cabeza de lista no estuviera más allá de los 2200-2250. Todo un ranking de jugadores más fuertes pero ante los que se puede mantener una lucha con más o menos posibilidades, y unas partidas que se podrán disfrutar y sacar algo en limpio independientemente de los resultados. ¿Qué así se juegan partidas menos perfectas? Por supuesto, pero como decía Tartakower, al ajedrez gana el que comete el penúltimo error.
¿Me he unido entonces al club de los que quieren torneos para panchos y poder rascar premio? Ni mucho menos. Jamás me he fijado en los premios de un torneo para inscribirme, ni absolutos ni por tramos. Sí en el número de titulados cuando este es muy elevado, pues a pesar de todo lo dicho constituye un incentivo ya que suele hablar muy bien de la calidad del torneo. Cualquier jugador de mi nivel que pretenda obtener un rendimiento de su afición o está equivocado de afición o está fuera de la realidad. El peor de los mendigos de Oviedo obtendría un rendimiento superior en un mes al que pudiera obtener un jugador así en un año. Si alguien no titulado pretende vivir de premios de torneos le recomendaría que pensara en trabajar, de lo que fuera, no importa. Incluso vendiendo pañuelos a la salida de la autopista le iba a ir mejor. Que esto de obtener rendimientos fáciles de los torneos no es más que otro mito como el de «El Dorado» . Y que se busque una afición que le permita distraerse sin pensar tanto en dinero (y por tanto en trabajo), que con el ajedrez no la ha encontrado.