Y es que, coincidiendo con la publicación del cuarto tomo de My Great Predecessors, Kasparov se ha puesto a reflexionar sobre el Random-Chess y sus variantes Fischer y Bronstein (esta última, dónde cada jugador coloca alternativamente una de sus piezas y de su rival en una casilla de su primera fila, le gusta más).
Las posibles posiciones que resultan de ambas modalidades son 960 (a ver, uno de los matemáticos que lee esto que nos haga el cálculo, no parece difícil). Pero según Kasparov, sólo entre 20 o 30 de estas posiciones son agradables a la vista. Literalmente, se publica en New In Chess 1/2005:
In actual fact, 95 per cent of the 960 positions, frankly speaking, are poison to your eyes! The rest, to a large extent, satisfies our understanding of "chess geometry"
Y esas posiciones son las que Kasparov considera jugables. Ignoro si será ajeno a ello el que reduciendo el número de posiciones iniciales sea más fácil sistematizar aperturas. Uno siempre pensó que una partida de ajedrez comenzaba con iguales posibilidades para ambos bandos, mismo número de piezas en idéntica posición, y sólo la ligerísima ventaja (sobre todo para los aficionados de a pie) del color. Entonces, y aunque ofendan a la vista y a la "geometría del ajedrez" ¿Por qué no iban a resultar perfectamente válidas y jugables las 960 posiciones? Opiniones quiero …