Imaginemos que al igual que han hecho con la Fórmula 1, a alguien en la FIDE le da por ponerse a pensar formas de darle emoción al ajedrez más allá de jugar a la gallinita ciega con la sede del próximo evento de la Copa del Mundo o de transformar el inicio de la partida en el momento más emocionante de esta. Seguro que a la FIDE, Global Chess y demás entelequias zombies les encantaría ser como la F1, a la que no llegan ni a parecerse en esas reuniones para tomarse unos sandwiches que hacen ..
Bueno, dejemos de divagar y vamos a la ocurrencia personal del día. Dado que las tablas en el ajedrez llevan camino de ser una plaga ¿Por qué no cortar por lo sano? ¿Por qué no igualarlas a una derrota, en este caso para ambos jugadores, y tener sólo en cuenta las victorias? Es claro que unas tablas no son lo mismo que una derrota ¿Pero cuán lejos están de la derrota o de la victoria? ¿Equidistantes? No lo parece si atendemos a lo que se suele leer en el ánimo general. Por supuesto, hay partidas que terminan en tablas más espectaculares que muchas que terminan en victoria, pero también incluso derrotas más espectaculares que muchas tablas. ¿Y qué beneficia al espectáculo? ¿Partidas que se deciden o tablas de maestro?
¿Por qué no entonces puntuar sólo la partida ganada y aplicar el número de tablas como primer criterio de desempate? Como es obvio tendríamos una serie de inconvenientes. En primer lugar, que no es lo mismo jugar de blancas o de negras y que en los sistemas suizos puede no jugarse el mismo número de partidas con cada color. E incluso aunque se jugaran el mismo número, los rivales no serían idénticos, pero este último ya es un problema del suizo ¿Tan difícil sería garantizar unos emparejamientos coherentes estableciendo como criterio el idéntico número de partidas con blancas y con negras? No es una pregunta retórica sino una pregunta para árbitros …
En las tablas anteriores están computados los resultados de dos torneos: Linares de este año y el clásico AVRO 1938. Obviamente las estrategias de torneo de los jugadores habrían sido distintas con un sistema de puntuación alternativo al que se empleó, pero nos pueden dar algo de luz sobre la cuestión. Son dos torneos de 8 jugadores a doble vuelta y los jugadores figuran ordenados conforme a la clasificación final real. En la tabla se computan los enfrentamientos (recordad, doble vuelta, 1-0 significa victoria en la primera y derrota en la segunda, por eso no son recíprocas las celdas como es clásico) y se ofrece el número de victorias y el número de tablas como primer criterio de desempate. Como segundo y siguientes desempates, los que ya tuviera fijados el torneo.
¿Habría grandes cambios? En AVRO sí, empezando por el ganador Fine en vez de Keres que sería tercero, y un Euwe que sería subcampeón del torneo en vez de cuarto. Por la parte baja ahí sí que no cambiaría nada. En Linares (¡muy escasas las victorias!), Grischuk sigue siendo el ganador igualado con Carlsen que ahora sería segundo y no tercero y ¡Aronian! que sería tercero en vez de penúltimo en el séptimo puesto gracias a que ganó más partidas, aunque obviamente también perdió más. ¿Fueron las partidas de Aronian más entretenidas que las de Ivanchuk o Leinier Domínguez, por citar a los más tablíferos? De nuevo otra pregunta no retórica para aquellos que siguieran el torneo.
Está claro que el sistema no influiría en los torneos por match o eliminatorias, pero para cerrados y suizos, auténticos paraísos de las tablas pactadas, a veces incluso con contraprestación económica 😉 , podría tener su «aquello».