La fragilidad de un encuentro

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Este fin de semana pude presenciar la segunda semifinal y la final del XXII Magistral de León. Del torneo no voy a contar nada porque para eso están mucho mejor las crónicas de Leontxo y la cobertura del Diario de León (de donde he «robado» la foto que encabeza el artículo).

En la final, dos partidas rápidas de desempate y otra adicional de armagedón fueron necesarias para decidir el campeón. En la segunda partida del desempate se produjo un hecho que no se debe presenciar nunca en un torneo de este nivel ni en ningún otro. Pongámonos en escena con una sala del Auditorio de León abarrotada de gente, una partida rápida de desempate en juego, penumbra en la sala excepto en el escenario donde juegan Ivanchuk y Carlsen y todos los espectadores siguiendo con atención la partida y los comentarios vía «pinganillo» de Miguel Illescas, Michael Rahal y Javier Ochoa (sí, algunas cosas de los comentarios darían para una entrada propia, lo sé). En el tablero, las blancas (Ivanchuk) acaban de mover su torre de f5 a h5.

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En ese momento, una voz entre el público rompe el silencio al grito de ¡¡¡¡¡Doble!!!!!. Bien, es evidente que el caballo negro está clavado por la torre blanca, por lo que el doble no existe, y que seguramente ambos jugadores lo sabían ya desde antes de realizarse el movimiento.Carlsen no se inmutó ni apartó la vista del tablero. Pero por la expresión de Ivanchuk, girando la cara hacia el público y rastreando con la mirada inquieta todo el aforo, pareciera que el rey blanco hubiera sido abatido por un disparo certero desde el gallinero y yaciera en el tablero en medio de un charco de sangre 😀

El juego continuó sin incedentes. ¿Pero que hubiera pasado de haber sido un movimiento válido? Posiblemente nada por la profesionalidad de los jugadores. En un encuentro de aficionados podría haber acabado a la gresca … Así que un poco de seriedad si se asiste como público a un torneo, y si se está enchufado a los auriculares siguiendo una retransmisión, recuérdese que lo que parece un susurro al compañero lo puede oir todo el auditorio, jugadores incluidos 😉

Unas cuentas jugadas antes, y de manera más silenciosa, se produjo en el tablero la siguiente posición en la que las blancas acaban de jugar su torre de a8 a a2. Las negras (Carlsen) responden con un Cxc3. ¿Qué hubiera pasado si una voz en medio de la sala hubiera gritado ¡¡¡Ta5!!!? 😉

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