Por fín llega la última entrada (por el momento quizá) de la serie, que se ha hecho esperar, pero seguro que a estas alturas estáis disfrutando de vuestros Linux y hasta quizá os hayáis olvidado de Windows.
Y quizá muchos os estéis haciendo la pregunta de qué pasa si necesito «ineludiblemente» una aplicación que sólo existe para Windows. O sea, si soy un ajedrecista muy apegado al ChessBase y lo necesito sí o sí. Bueno, pues lamentando que aún sigas pegado a semejante programa que cierra tus datos bajo siete candados (el cerrado formato ChessBase, que como de todos es conocido no es leído por ningún software más a diferencia del estándar PGN) todo tiene solución y se llama virtualización.
La virtualización se diferencia de la emulación en que la emulación reinterpreta las instrucciones para una plataforma distinta, lo que conlleva disponer de una serie de potencia de tu procesador en uso de manera exclusiva para este proceso, mientras que la virtualización lo que hace es reservar una parte de tu máquina para ejecutar otro sistema operativo pero que funciona en la misma plataforma, lo que no exige intérprete. Bueno, seguro que no os habéis enterado de mucho y seguro que llega algún entendido en informática que lo define mejor, pero como el movimiento se demuestra andando lo mejor es que lo probeis por vosotros mismos. El único requisito, es tener RAM suficiente. Un ordenador con 2Gb de RAM podrá virtualizar Windows XP sin despeinarse, si en vez de eso tienes tres o cuatro Gb podrás tener varias virtualizaciones abiertas de manera simultánea 😉
¿Qué programa empleamos para virtualizar? Hay varios disponibles, pero ya que buscamos alternativas libres (aunque sea para correr software y formatos no libres 🙁 ) lo mejor es usar VirtualBox que se instala como un paquete más de vuestra distribución.Una vez instalado VirtualBox lo que tendréis que crear es una máquina virtual, que no es más que un ordenador «de mentira» en vuestro actual sistema operativo (recursos de vuestra máquina que permitiréis usar a virtualbox). A partir de ahí, por supuesto, deberéis instalar Windows desde cero teniendo en cuenta que todo lo que tengáis ahí es un Windows normal, con sus pantallazos azules, sus troyanos y sus virus, además de su ChessBase y su CBV, claro. Eso sí, como todo se guarda en una carpeta, podéis hacer una copia de seguridad de ese Windows recién instalado y cuando ya estéis rodeados de una buena familia de virus y troyanos pues sólo tendréis que sustituirlo por la copia de seguridad. No más reinstalaciones. Para meter datos en el ordenador virtual bastará con que empleeis un lápiz USB o, mejor aún, una simple carpeta compartida. Con ello podréis incluso evitar que el Windows virtual quede conectado a la Red con lo que eso supone en ganancia de seguridad.
Haced la prueba y veréis como de verdad no es una emulación, que al tener un ordenador Windows «falso» podéis instalar cualquier programa en él ¡incluso un antivirus! y el ordenador no se va a ver mermado en su capacidad al ejecutar Windows. Por supuesto, podéis también descargar e instalar un virtualizador para Windows e instalar Linux en él ¿pero qué gracia tendría eso? 😉
Si no os gusta virtualizar siempre tenéis la emulación clásica. Para Linux existe Wine que permite ejecutar muchos programas Windows de manera nativa bajo Linux, esto es, como un programa Linux más. Entre ellos se encuentran el ChessBase 9 o los programas de juego en ICC, pero a decir verdad, a mí me gusta más la solución del virtualizador, toda una declaración de intenciones de «si eres de Windows ahí en la esquina te quedas hasta que pueda prescindir de ti por completo».Wine viene rodeado de una serie de programas adicionales que te permiten instalar software comúnmente conocido (sí, eso incluye videojuegos) con poco más de un par de clicks, sirvan como ejemplo Play-on-Linux o los plugins de Cedega.
¿Con todo esto, qué te mantiene en Windows o Mac aún? 😉 Espero que alguno de los que me consta que estáis siguiendo estas entradas contéis vuestras experiencias de ex-usuarios windowseros …
existe una idea ‘purista’ de no correr programas no echos para plataforma linux que para mi es ridícula. Deberíase fijar más si el programa es de código abierto y olvidarse de la plataforma inicial para la que está echo. Porqué? porque wine no emula, y es la ostia.
Si es de código abierto casi seguro que lo hay portado para Linux 😉 Realmente es sólo por evitar software propietario (o formatos de ficheros propietarios, que casi son aún peores).
El wine no funciona con Chessbase. Instala perfectamente incluso arranca pero en cuanto le metes alguna acción que necesite algo de recursos adiosito al programa.