Y no es el último título en las librerías de novela conspirativa 😉 Pero perfectamente podría haberlo sido para los agentes de la inteligencia norteamericana que en 1918, durante la I Guerra Mundial, encontraron extraños códigos en la correspondencia al extranjero de Capablanca, residente en Nueva York, con Lasker, ciudadano alemán:
‘Capa permaneció en los Estados Unidos durante la Primera Guerra Mundial, jugando, y se escribía sobre asuntos de ajedrez (¿de qué otra cosa?) con el campeón Lasker, ciudadano alemán y judío patriota. Un día de 1918 vinieron a visitarlo dos discretos caballeros de Washington. Eran del servicio de contrainteligencia que investigaban su correspondencia extranjera, llena de extraños símbolos: 10 BXe7 Qxe7 11 O-O NXC3 12 RXC3 e5. “¿Qué clave es ésta?” Muy serio, Capablanca respondió: “Son símbolos para una maniobra de liberación”. “¿Cómo?”, dijeron los dos agentes al unísono. Capa a carcajadas escapa: “Son signos del ajedrez, una convención internacional.” Después de explicaciones y ejemplos con el auxilio de un tablero y varias fichas, los policías comprendieron. “¡Ah, es como las damas!” “¡Efectivamente – dijo Capa –, como las damas pero con caballeros!” Capablanca se dio cuenta de que la contrainteligencia es lo contrario de la inteligencia. Y sin embargo, sin embargo: Emanuel Lasker había ya inventado un tanque de guerra para el enemigo que era todavía su amigo.’
La anécdota la recogió el escritor hispano-cubano Guillermo Cabrera Infante en su libro Vidas para leerlas (1998) y la ha rescatado la magnífica web de Edwar Winter Chess Notes (CN 4421).
Buenos dias
Me hizo reir la frase :»Capablanca se dio cuenta de que la contrainteligencia es lo contrario de la inteligencia»